Ser desesperado parecía buena idea.
Parecía que hacía más. Yo creía que era bueno ser desesperado. Lanzarme sin esperar. Sin leer instrucciones. Resolver. Hacer. Pero el tiempo no tiene prisa. Y con el tiempo, aprendí. Hoy sé que esperar también es hacer. Hoy sé que algunas cosas solo llegan solas. El tiempo da las mejores lecciones. Te enseña que la prisa es ruido. En el silencio crecen muchas cosas que valen la pena. Hoy dejo que algunas cosas se resuelvan solas. Ser desesperado parecía una buena idea. Hoy sé que también hay que esperar.